Una reflexión sobre la búsqueda de la felicidad consciente

Por Nahila Hernández

La vida te lleva, con o sin intención hacia una suerte de autorrealización con algún grado de felicidad, aun cuando es fugaz, momentáneo y/o temporal. Las metas y logros tangibles son su manifestación concreta. Cómo vivimos el proceso, cómo enfrentamos las dificultades y cómo encontramos paz interior en medio del caos, lo alimentan y refuerzan, pero también pueden ser la diferencia. Esta breve reflexión busca explorar cómo nuestras acciones diarias, informadas por la sabiduría y la conciencia, pueden llevarnos a un estado de satisfacción genuina y duradera.

Marco Aurelio, en sus "Meditaciones", escribió: "Juicio objetivo, ahora, en este momento. Acción racional, ahora, en este momento. Aceptación incondicional de todos los eventos externos, ahora, en este momento. Esto es todo lo que necesitas". Este pensamiento estoico es fundamental para entender cómo la felicidad puede no solo ser el resultado de nuestros logros, sino una constante en nuestra vida cuando actuamos con conciencia y virtud.

La felicidad como resultado del actuar consciente

La búsqueda de la felicidad consciente implica encontrar en cada paso del camino una fuente de sensaciones positivas que no solo impacte en nosotros mismos, sino también en nuestro entorno. Sin embargo, esto no se refiere a un optimismo superficial, en el que simplemente "ponemos buena cara" o “tenemos buena vibra” ante cualquier circunstancia. Este enfoque, tan popular en la actualidad, a menudo ignora la necesidad de reflexionar, cuestionar e incluso aceptar el dolor y la tristeza como parte de la vida. En cambio, te propongo explorar tú fuerza vital consciente, esa que nos impulse a actuar con sabiduría y nos permita entender que, aunque no siempre controlamos los eventos externos, sí podemos controlar nuestra respuesta ante ellos.

Esta idea de felicidad consciente está profundamente conectada con las enseñanzas de los estoicos, quienes planteaban la importancia de la virtud y la serenidad como pilares fundamentales para alcanzar la eudaimonía, un término griego que va más allá de la simple "felicidad". La eudaimonía, tal como la concebían los estoicos, es un estado de autorrealización, un lugar en el que cerramos la brecha entre lo que somos y lo que podríamos llegar a ser.

Virtud y tranquilidad: los pilares de la eudaimonía

Los estoicos creían que actuar con virtud era esencial para alcanzar la eudaimonía. Sin virtud, no es posible una felicidad verdadera. Y aquí es donde surge el concepto de “areté”, que puede traducirse como "excelencia" o "virtud en acción". Este conjunto de acciones virtuosas es lo que permite a las personas alcanzar su máximo potencial. La virtud, según los estoicos, se sustenta en cuatro pilares fundamentales:

• 1. Sabiduría: La búsqueda del conocimiento y el entendimiento.
• 2. Justicia: El trato justo y equitativo hacia los demás.
• 3. Coraje: La valentía para actuar incluso cuando sentimos miedo.
• 4. Templanza: El autoconocimiento y autocontrol, una disciplina diaria que nos guía hacia el equilibrio.

Actuar con estos principios permite vivir con conciencia y efectividad en cualquier situación. Se trata de aprender constantemente, tratar a los demás con justicia, superar los miedos que nos paralizan y mantener un equilibrio interno que nos permita avanzar a pesar de la adversidad.

Los estoicos también creían que la tranquilidad mental, o “ataraxia”, era fundamental para la felicidad. Este estado de serenidad surge naturalmente cuando actuamos con virtud. Tal como decía Séneca: "No hay tranquilidad sin buena conciencia". Marco Aurelio también subrayaba que, cuanto más calmada esté la mente, más cerca estaremos de nuestra fuerza interior.

Prácticas como el yoga, la meditación o correr pueden ser de gran utilidad para alcanzar esta serenidad mental. Sin embargo, para llegar a una mente calmada, primero debemos comprender las causas de la mente intranquila. Una de las principales fuentes de agitación es la percepción distorsionada de la realidad. A menudo, nuestras emociones no son resultado directo de los eventos en sí, sino de cómo los interpretamos.

Si somos capaces de cuestionar nuestras primeras impresiones, evitamos reaccionar de forma exagerada o emocionalmente distorsionada. Los estoicos llamaban a esto "suspender el juicio", una práctica que también está relacionada con cuestionar nuestros modelos mentales. Al cuestionar nuestras percepciones y reacciones, podemos mantener una mente clara y equilibrada, lo que a su vez mejora nuestras acciones y resultados.

Percepciones y acciones: Lo que depende de nosotros

Una de las enseñanzas más valiosas de los estoicos es la de enfocarse en lo que podemos controlar. Es inútil gastar energía en aquello que está fuera de nuestro alcance. En cambio, debemos centrar nuestros esfuerzos en nuestras percepciones y acciones. Si podemos controlar nuestra respuesta a los eventos externos, mantendremos una mente clara y una vida más equilibrada.

Un ejemplo claro de esto es nuestro cuerpo. No podemos controlar completamente lo que sucede con él, ya que todos podemos enfermar o sufrir accidentes. Sin embargo, podemos influir en nuestra salud mediante nuestras elecciones, como la alimentación, el ejercicio y el descanso. Esto nos enseña a aceptar lo incontrolable, pero también a tomar responsabilidad por lo que sí depende de nosotros.

Respondiendo a la vida: la importancia de "pensar en grande"

Es cierto que este enfoque puede sonar muy filosófico e idealista. Y es que, en muchos sentidos, así son las utopías filosóficas. Sin embargo, mi propósito no es presentar estas enseñanzas como algo inalcanzable, sino como herramientas prácticas para la vida cotidiana.

Pensar en grande no significa perseguir una perfección imposible, sino aprovechar cada oportunidad para crecer y desarrollarnos. Como decía T.S. Eliot: "Sólo quien se arriesgue a ir demasiado lejos, podrá saber qué tan lejos puede llegar". Esta idea impulsa a romper nuestros propios límites, no para alcanzar la perfección, sino para descubrir nuestro verdadero potencial.

En resumen, la felicidad consciente no es un ideal inalcanzable. Es el resultado de actuar con virtud, mantener la tranquilidad mental, y enfocarnos en lo que podemos controlar. Al desarrollar estas habilidades, no solo mejoramos nuestra vida, sino también la de quienes nos rodean, generando un impacto positivo que trasciende el tiempo y las circunstancias.

Cómo lograr tus objetivos

Alcanzar tus metas puede parecer un reto abrumador, pero no imposible. Muchas veces, los mayores obstáculos no están en el exterior, sino en nuestra propia mente: excusas como “no tengo tiempo” o “no sé cómo hacerlo” suelen ser las primeras barreras que debemos superar. La clave está en reconocer estas limitaciones autoimpuestas y buscar estrategias para sortearlas con claridad y determinación.

Para Nahila, el camino hacia el logro de objetivos comienza con equilibrar cinco pilares esenciales:

1. Autorrealización
2. Prosperidad económica
3. Salud física y mental
4. Bondad y nobleza
5. Relaciones familiares y sociales

Estos elementos son el punto de partida para cualquier cambio significativo. Al trabajar en cada uno, no solo te acercas más a tus metas, sino que también creas una base sólida para sostener tus logros a largo plazo.

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